sábado, 16 de noviembre de 2013

Te quiero, pronuncié.

Le miraba sutilmente, he intentaba ocultar mi interés, mi corazón se estremecía, mi cuerpo hecho hielo se debilitaba a cada segundo, se acercó a mi lentamente y desvié la mirada, me sentía ofuscada, la niebla me recorría frente a los ojos y no lograba divisar.
De pronto me tomo la mano y me acaricio la cara, luego me rozo con sus labios, decidí continuar y me incorporé.
Sus labios tan cálidos se paseaban suavemente sobre los míos, sentía como mi alma se enlazaba con la suya,   de repente postergue todo miedo que me hubiera podido invadir y me percaté de que estábamos juntos, había perdido la noción del tiempo, hacia ya bastante tiempo que no le sentía tan cerca, tan mío, el aire me sofocaba, me ardían las mejillas, pude ver sus ojos, que un día me habían llenado de vida, de esperanza y en ellos un mar aproximarse, me abrazó fuerte como si no quisiera soltarme, me infundió una paz indescriptible, quise decirle un "te quiero" que tenía atascado en mi garganta el cual me asfixiaba; oía su corazón martillarle el pecho, entendí justo en ese momento que el error había sido mío por algún día no haber luchado por el, no sabía que tan real era esto que estaba viviendo, su cuerpo despedía calor y un aroma solo propio del el, el cuál nunca había logrado olvidar, el primer amor es la flor que brota en el invierno, el ave capaz de volar a pesar de la lluvia, es la parte posible de lo imposible.

Todo se disolvió, todo desapareció, fui cayendo por un hueco tan hondo que no lograba ver el fondo de éste y de repente estaba en el suelo, con un golpe crudo y frío,  y con alguna que otra costilla rota.
Susurre su nombre, nadie parecía darme respuesta y a mi alrededor la nada era la interprete de aquella velada, grite tantas veces como pude su nombre y ya me empezaba a impacientar, con los ojos encharcados me aclaré la garganta, cerré los ojos y me enfrasque en su evocación inmersa en el dolor más que de mi cuerpo, de mi alma.
Abrí los ojos, los pequeños rayos de sol entraban por mi ventana, iluminando toda la habitación, palpe mi cuerpo intacto, con increíble asombro me giré y estaba a mi lado, su respiración era fuerte y constante, mi almohada estaba llena de lágrimas, mis ojos volvieron a humedecerse esta vez de una alegría incontenible  me acerque a el y besé su mejilla, sus ojos se abrieron,
 «te quiero » pronuncie. 



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